¿Estamos oxidados?

¿Estamos oxidados?

Probablemente aprovechas el poco tiempo del que dispones para realizar aquellas actividades, que por cuestiones personales o profesionales, no puedes llevar a cabo durante el día. Es posible que, a menudo, esa falta de tiempo derive en pautas erróneas de alimentación y recurras a platos precocinados, comida procesada o a picar cualquier cosa mientras desarrollas tu actividad, llenando el estómago de forma desorganizada con pseudoalimentos -productos con apariencia engañosa de alimento pero que distan mucho de serlo­-,que embotan la mente y saturan, sobrecargan y generan un estrés excesivo en el organismo, especialmente en el hígado y los riñones, órganos vitales y verdaderos motores de nuestro cuerpo, encargados, entre otras importantes funciones, de eliminar las sustancias tóxicas hacia el exterior.

Estos patrones de conducta, repetidos día tras día, sumados a la contaminación medioambiental, al sedentarismo y a otros hábitos poco saludables, no sólo nos privan de los nutrientes necesarios, sino que favorecen la mala eliminación de desechos por parte del organismo y constituyen un terreno abonado para el estrés oxidativo (situación en la que la oxidación excede los sistemas antioxidantes del cuerpo, con el consiguiente desequilibrio entre ambos), que la investigación científica actual vincula estrechamente con la alteración de numerosos procesos biológicos, y con el desarrollo de todo tipo de  enfermedades relacionadas con el estilo de vida actual de las sociedades industrializadas: trastornos cardiovasculares, obesidad, diabetes, proliferación viral, reacciones inflamatorias de todo tipo o ciertos tipos de cáncer, por citar algunos ejemplos.

Encontrar el equilibrio

 El oxígeno es esencial en nuestra vida, pero es también básicamente oxidante y, en consecuencia, todos aquellos seres vivos que lo utilizan como fuente de energía, liberan radicales libres (RL). Estos átomos o grupos de átomos con un electrón libre, son muy reactivos y buscan captar un electrón de moléculas estables para conseguir así su estabilidad electroquímica. Cuando lo consiguen, la molécula estable que se lo cede se convierte, a su vez, en un RL y se inicia una verdadera reacción en cadena que daña moléculas, membranas celulares y tejidos.

No obstante, los RL son necesarios; nuestro cuerpo los produce, entre otras cosas, para luchar contra la inflamación o las infecciones y, en condiciones normales, los propios mecanismos antioxidantes del organismo se encargan de controlarlos y eliminarlos. El problema para la salud se inicia cuando el cuerpo debe lidiar durante años con un exceso de RL que sobrepasa las defensas antioxidantes de la célula, generando un estrés oxidativo que altera la funcionalidad celular y favorece el desarrollo de todo el cortejo de enfermedades propias de las sociedades occidentales.

Factores externos que favorecen el estrés oxidativo

- Pesticidas o xenobióticos (estructuras químicas que no existen en la naturaleza y se desarrollan en un laboratorio).

- Contaminación medioambiental y humo del tabaco, que contiene más de 4.000 químicos que favorecen el estrés oxidativo.

- Sedentarismo. La inactividad provoca un acortamiento de los telómeros de las células que forman el sistema inmunológico y favorece el envejecimiento biológico.

- Excesivo consumo de alcohol, que genera inflamación, RL y daña diversos aparatos o sistemas corporales, especialmente el páncreas y el hígado.

- Exceso de calorías, grasas hidrogenadas, azúcares y carbohidratos refinados.

- Elevados niveles de estrés que aumentan los niveles de cortisol en el organismo.

- La medicalización de la vida cotidiana y la exposición diaria y repetida a los efectos de la tecnología en la que vivimos inmersos, y a las radiaciones de innumerables pruebas diagnósticas, no siempre necesarias.

- Los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs), que se forman a partir de la combustión incompleta de materia orgánica que contiene carbono e hidrógeno. A nivel doméstico se generan, por ejemplo, cuando asamos carne a la parrilla.

- El descanso insuficiente que priva al organismo de las horas de sueño necesarias.

- La exposición a las toxinas fúngicas procedentes de determinados alimentos, candidiasis…

- Infecciones bucodentales crónicas.

- Desintoxicación deficiente a causa de una sobrecarga hepática y renal, por tóxicos ambientales o un estilo de vida poco acorde con nuestra biología.  

Reglas dietéticas para prevenir el estrés oxidativo

1. Evitar o reducir las causas y situaciones antes descritas.

2. Mantener un mayor contacto con la naturaleza.

3. Adoptar una dieta rica en antioxidantes, para prevenir la excesiva formación de RL y facilitar la función sinérgica de eliminación de tóxicos por parte del hígado y los riñones, en la que las frutas y, especialmente las verduras frescas, de temporada y de cultivo ecológico, deberían ser las protagonistas.

4. Garantizar la ingesta en cantidad suficiente de: 

- Vitamina E (aceites vegetales vírgenes, germen de trigo, frutos secos y semillas, determinadas frutas y verduras, como el brócoli o el aguacate. Si consumes proteína animal la yema de huevo o el pescado graso, que es, además, una buena fuente de Omega 3…)

- Vitamina C (frutas y verduras)

- Carotenoides (verduras y frutas rojas, amarillas y anaranjadas o verduras de hoja verde)

- Isoflavonas (legumbres)

- Flavonoides (cítricos)

- Quercetina (cebolla)

- Lignanos (semillas de lino)

- Polifenoles ( aceitunas )

- Si tomas vino en cantidad moderada, los compuestos fenólicos del vino tinto

- Catequinas (té verde, algas, frutos secos y semillas, especias y hierbas aromáticas (jengibre, cúrcuma, pimienta negra, tomillo, romero, orégano…)

- Punicalagina (granada y de su zumo)

- Ácido elágico (frutos rojos como moras, grosellas, cerezas, fresas o arándanos)

5. Beber agua de calidad en cantidad suficiente, así como incluir en la dieta, además de una gran variedad de ensaladas de hoja verde, zumos elaborados con frutas y verduras que promuevan la salud hepática y renal, así como los procesos antioxidantes y de desintoxicación del organismo.  

6. Aprovechar los  cambios de estación para aligerar la sobrecarga hepática y renal. Nuestro cuerpo a veces necesita hacer un “reset” y qué mejor forma de hacerlo que con un plan detox, acompañado de complementos alimenticios y zumos ricos en antioxidantes.

Tu salud es tu mejor inversión, ¡No lo olvides!